DOCTORA VANESSA HERRERA RECOMIENDA A LA COMUNIDAD EDUCATIVA ORGANIZARSE PARA FRENAR EL ACOSO ESCOLAR

nota acoso

El acoso escolar o bullying, que ya es noticia frecuente en los medios, resulta más que preocupante. Es una problemática que obliga a mirar todo el sistema educativo en el que existe una alta presión social, así como un retraso de habilidades empáticas en el colegio. Sobre este tema, la doctora Vanessa Herrera, psiquiatra del Centro de Investigación y Desarrollo en Salud Mental de Cayetano Heredia, brindó sus puntos de vista.

Tras un largo confinamiento y ausencia de clases presenciales en las escuelas por causa del COVID-19, se ha visto una “serie de pérdidas de habilidades empáticas (causadas) por la propia pandemia, para hablar y decir lo que siento, lo que no me gusta. Y también se ha perdido esa capacidad de respetar al otro, de ser solidario, de apoyarnos mutuamente”, explicó.

La doctora Herrera ve que en la sociedad existe mucha normalización hacia ciertos actos de los adultos, como la persistencia en los prejuicios y estereotipos para calificar a otros. También existen “una serie de aspectos que tienen que ver que son reflejos de nuestra sociedad que todavía tiene un arraigo profundamente racista, clasista”, los que son modos de conducta que lamentablemente se proyectan en los menores.

Se debe comprender que las agresiones son “una expresión de una serie de pérdidas de habilidades y también de factores emocionales. Muchos de los niños agresores, también han sido agredidos y han replicado o viven en un entorno de una familia patológica que normaliza la violencia, que no es muy solidaria. Y es necesario tener cuidado de su salud mental”.

Asimismo, comentó que en la agresión existe presión social, donde el líder que inicia la acción agresiva, es tolerado por el resto. Al inicio se puede minimizar la situación y tomarla como juego o broma, “pero en realidad no tienen clara conciencia en el desarrollo de su moral”.

“Recuerden que el desarrollo de la moral sigue transitando toda la adolescencia hasta la juventud, y no tienen claridad que eso realmente afecta a la otra persona, su bienestar, su autoestima y puede ser minimizada”.

Entonces los adultos son responsables afectivamente, así como la comunidad educativa. Son ellos quienes tienen que modelar los límites claros del respeto y fomentar al máximo, la empatía y la solidaridad. En la primera señal de alerta, deben inmediatamente acompañar de manera afectiva al niño, para que eso no se agrave cada vez más.

También hizo mención a los estudios de investigación que demuestran que los indicadores de mayor tasa de agresividad están asociados a crisis familiares, donde existen modelos que normalizan la violencia o la discriminación.

“La comunidad o el colegio es un sistema que tiene que regular ese equilibrio bienestar. Mientras más se demoran en poner límites, en hablar sobre el apoyo mutuo, eso también es un indicador para la permisibilidad a la discriminación”, sostuvo.

Además, añadió que aspectos como la gordofobia y el racismo, son una marginación desde la primera infancia y se debe evitar su uso para que no se convierta en un objeto de acoso escolar.

Cabe señalar que los menores con conducta agresiva viven un entorno de maltrato, donde la hostilidad hasta es considerada una acción normal. Entonces en ese ambiente, lo que hay que buscar es aplicar el acompañamiento psicológico psicoterapéutico, tanto a la persona agredida como al agresor.

Puede que esa situación se agrave con castigos físicos en el afán errado de pretender corregir al agresor e “incluso luego se incrementan los castigos físicos y la exclusión social de todo el entorno, pero muchas veces detrás de ello hay una depresión encubierta, situaciones de mucha violencia y es necesario atender a esas necesidades emocionales”.

También hizo mención que la conducta agresora de un niño u adolescente, indistintamente si es mujer u hombre, puede estar escondiendo un complicado problema familiar, quizás con los padres separados o situaciones de violencia que empujan hacia la irritabilidad.

La doctora Herrera señaló la importancia de que la comunidad educativa, los padres y también las autoridades del sector, vuelvan “a la organización comunitaria, (en la que) tiene que haber disponibles psicólogos educativos y hacer acciones preventivas de fomento de un espacio igualitario y libre de discriminación”.